Irse de vacaciones inspira en las personas dos anhelos principalmente: el primero, saborear y experimentar todas las atracciones del lugar escogido; el segundo, incluso más importante que el primero, es descansar, relajarse. Evadirse de todo lo que conlleva nuestro día a día.
Tal conjugación es exactamente lo que la localidad de Fornells, en Menorca, ofrece a sus visitantes. Con su infinidad de variantes turísticas y naturales como carta de presentación, una vez la has conocido, se hace ineludible volver para seguir recorriéndola. .
Actividades acuáticas:
Prácticas como el kayak, el esquí náutico, el buceo o las excursiones en barco son habituales en estos lares de la zona norte de la isla. Los bellos contrastes de colores que ofrecen sus numerosas cuevas son un tesoro preciado por el que vale la pena visitar estas calas.
Un mundo por explorar:
Una vez en tierra, Fornells es un abanico amplio de posibilidades. Navegar abre el apetito, y si por algo es conocido nacionalmente este pueblo pesquero, es por su deliciosa caldereta de langosta.
Los restaurantes abundan por la bahía de Fornells para que el visitante pueda elegir la opción que mejor se le antoje. La oferta de pescado fresco mediterráneo es abundante: Doradas, lubinas, sargos, salmonetes… y otras variedades de caldereta que las hacen ideales para compartir. También el arroz de bogavante es otra especialidad a destacar. Y no se puede ir uno sin probar o llevarse un poco de sobrasada típica de la tierra.
La esencia de Fornells:
Una vez se han repuesto las fuerzas gracias a la gastronomía del lugar, es hora de conocer un poco mejor el pueblo y sus gentes. Las encontraremos, seguramente, paseando a lo largo de los 3 kilómetros de la bahía. Su entorno azul y vivo lo hace un marco imperdible para cualquiera que visite Fornells.
Durante el recorrido nos toparemos con un genuino reloj de sol. Hecho de piedra de Santanyí, hormigón y acero inoxidable, este precioso elemento guía el paso de lugareños y turistas por la bahía.
Pero si hay un punto obligado de visita en Fornells, ese es la Torre del Moro. Situada al norte, en una zona de rocas batida con vistas de vértigo, la Torre de Fornells consta de 4 niveles y fue construida por los ingleses en el siglo XIX. El objetivo: proteger la entrada del puerto y defender el castillo de Sant Antoni.
Otra elección acertada es la Ermita de Lourdes. Enclavada en una gruta que hace de cueva natural en el monte, destaca por su altar de cerámica blanca, entremezclada con cerámica rosa y celeste. Un espacio de culto singular.
Fiestas populares:
Tienen lugar el último fin de semana de julio y la cabalgata de caballos es su seña de identidad. Algarabía y tradición unen a residentes, turistas y jinetes en unas fiestas llenas de eventos culturales de diversa índole.
Muchos de ellos ocurren en el PaseArte Fornells. Un mercadillo atípico donde se exhiben obras hechas a mano por artistas de la isla. También se organizan conciertos, degustaciones o actuaciones de teatro.